Desde hace algunos años, la compañía LA FURA DELS BAUS, -una de las compañías más relevantes en la Historia del Teatro Español- se dedicaba a desarrollar su magnificiencia escenográfica y se había olvidado del Teatro como discurso en su concepción política y social.
Parece que, por fin, vuelven a retomar el camino emprendido con Accions, Noun o MTM: el mensaje, el discurso en primer término. Usar el teatro como un lugar de diálogo, de discusión, para poner delante de nosotros, en el escenario, nuestra realidad, lo que está pasando. Eligen un tema difícil, todo sea dicho, un tema para el que el ciudadano español todavía no está preparado (solo hay que ver cómo han reaccionado algunos lectores de
elpais.com): el Terrorismo. Pero con sus planteamientos escénicos habituales, su "lenguaje", nos ponen delante un espejo para que veamos, sintamos, pensemos, reflexionemos... que, en definitiva, para eso está el Teatro.

Es imposible imaginar la pesadilla que vivieron los centenares de personas que en octubre de 2002 se convirtieron en rehenes de un grupo de terroristas del señor de la guerra checheno Shamil Basáyev en el teatro Dubrovka de Moscú. Fue una tragedia televisada. Un atroz episodio que los televisores trasladaron a los salones del mundo entero con una sobrecogedora pátina de irrealidad. Lo que entonces simplemente no parecía posible que estuviese pasando, será el punto de partida para un nuevo espectáculo del grupo teatral La Fura dels Baus.
Y, como siempre, prometen polémica. La idea declarada es acercarse a aquel trágico asalto, que se saldó con la muerte de 170 personas tras la feroz irrupción de las fuerzas especiales rusas para liberar a los retenidos. Un dramático suceso, que inspira la nueva producción de la Fura Boris Godunov, una adaptación de la obra de Alexander Pushkin cuya representación se ve alterada por la entrada violenta de un grupo de hombres armados que secuestran a los espectadores.
El montaje se estrenará el 6 de marzo en Molina de Segura (Murcia) y se trata de una coproducción junto con el Centro Dramático Nacional, la productora Elsinor y la propia compañía, que presentó el proyecto ayer en Barcelona. Álex Ollé, uno de los seis directores artísticos de La Fura dels Baus, es impulsor del espectáculo. El horror que, dice, sintió a raíz de la noticia del asalto y su terrible desenlace, le empujó a crear un montaje sobre el terrorismo para acercar el teatro a la contemporaneidad "como hace el cine continuamente".
Antes de seguir, quizá convenga recordar esa "contemporaneidad" de la que habla Ollé. El asalto al teatro de Moscú causó la muerte de 90 rehenes, muchos de ellos asfixiados por el gas empleado por los rescatadores. Fueron abatidos 42 terroristas, 18 de ellos mujeres y la mayoría de un tiro en la sien.
Para dar forma a esta idea, Ollé acudió al dramaturgo catalán David Plana. Él es el autor de la versión tuneada, como dicen ellos, del texto de Pushkin, fruto de un trabajo de condensación, con un lenguaje actualizado y salpicada de fragmentos de discursos políticos pronunciados por figuras como las de Bush y el Che, entre otros. A su vez, Plana firma junto a Ollé la dramaturgia y la dirección escénica del espectáculo.
Pese al claro punto de partida de la obra, Ollé aclara que la historia está descontextualizada. No hay referencias a ningún grupo terrorista en concreto, ni se ubica en un país determinado. En este caso, se exige al gobierno del lugar donde se representa la función que retiren las tropas desplazadas al país de los terroristas. Un gabinete de crisis, que entra en escena a través de proyecciones videográficas, analiza las peticiones de los asaltantes, mientras una mediadora trata de resolver el conflicto de la manera menos traumática posible. La platea se incorpora a la escenografía en busca de la máxima proximidad entre actores y espectadores.
"El público no interviene de una forma directa", precisa Ollé. Sin embargo, aunque sea de un modo "más reflexivo que activo", los espectadores, afirma, sentirán la claustrofobia y el vértigo de saberse a merced de un grupo de personas armadas de kalashnikov (de fogueo, pero réplicas exactas de armas auténticas).
De nuevo con la ayuda del vídeo, el público les verá colocar explosivos en las dependencias del teatro, y sufrirá su hostigamiento y sus discusiones. La obra refleja también las discrepancias de puntos de vista entre los secuestradores, que responden a distintos arquetipos conocidos de terrorista: el violento, el dialogante, el que lo daría todo por defender sus ideas y el que ve cómo sus principios se resquebrajan en una situación límite.