24 de febrero de 2008

¡¡QUÉ LASTIMA!!

Las obsesiones de Sarah Kane
El teatro como revulsivo. La fuerza de la palabra para tocar las fibras sensibles. Así se presenta en el Festival VEO la obra Ansia, escrita por la siempre ácida autora británica Sarah Kane y dirigida, en esta ocasión, por Xavier Puchades. Se trata de una de las dos producciones propias que la sexta edición de Valencia Escena Oberta presenta como novedad de apoyo a los creadores más vanguardistas.
Para muchos críticos, el teatro de Sarah Kane tiene la capacidad de molestar, desesperar, movilizar hasta lo insoportable. Suicidio, soledad, desamor, crueldad, dolor, temas que la británica ha explotado en su trabajo. Y la traducción del título para el montaje de Puchades expresa mucho de ello. "Ansia puede no ser una traducción del todo correcta", admite el director. Pero explica:"Ansia es morirse por algo, y aunque no habría optado por un título así, claro, unas de las cosas que plantea el texto es precisamente eso, como una malévola inversión de la eterna pregunta sobre el sentido de la vida".
"Esta obra responde a mi idea de teatro como medio de plantear preguntas que nunca nos hacemos o que, tal y como las formulamos, creemos conocer respuestas con las que sentirnos cómodos. Le pido al teatro algo de trascendencia, y esta obra tiene ese algo que esperamos poder transmitir", declara Puchades. Durante un tiempo largo, él ha venido rondando la idea de montar este proyecto escénico que contiene, dice, dos características substanciales: reinventa el llamado teatro de la palabra y explora un "género prácticamente olvidado o tan pésimamente actualizado como es el de la tragedia".
Si bien el texto de Kane muestra rasgos de poema, para Puchades resulta "inútil recitarlo como tal, hacer una lectura dramatizada o emitirlo radiofónicamente". En otras palabras: "la obra requiere la fisicidad del que habla y del que escucha". Los cuatro personajes –que en otros montajes del texto fueron ubicados en sillas— están aquí durante toda la representación de pie. "Quería que anduviesen por el espacio progresivamente, intentando desarrollar paralelamente una dramaturgia sonora, emocional y física", señala Puchades. Eso sí, la ilustración, fuera. "El objetivo es que el espectador dibuje en el actor los gestos y las miradas que éste no muestra o que distorsiona a través de falsas pistas de relación con el resto de personajes".
La elección de la sala de la calle Gutemberg, donde se representa la obra, guarda una justificación concreta. Aquí nada es casualidad. "Siempre soñábamos con un espacio industrial que, al final, se convirtió en un viejo taller de curtidos que posee algunos de los rasgos que buscábamos". Puchades describe: posee la pátina y la superficie suficiente para construir una inesperada platea destruida, como las ruinas de un teatro griego o romano, pero con butacas de los años 70.
(tomado del dossier de prensa de la Fundación VEO)

Le decía a unas amigas que participan en este espectáculo: "¡Qué lástima que estos espectáculos no tengan continuidad en el circuito habitual de nuestras salas! ¡Qué lástima que tengamos que estar viendo obras mediocres o estándares!" Esperamos que alguna sala o estamento quiera seguir programando este montaje que, por cierto, llenó en las sesiones oficiales y en las varias premieres con público que se hicieron. A ver si los de producción se lo curran.

P.D. Ayer estuve viendo el espantáculo El rei de la soledat. Era absolutamente deplorable. Con algunos hallazgos visuales interesantes pero carente de ritmo y de sorpresa. Me aburrí soberanamente a partir del minuto 12. A la salida coincidíamos bastante gente: expertos y profanos. ¡Qué lástima!

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